sábado, 16 de mayo de 2009

He aquí Damaris Calderón


Damaris Calderón nació en La Habana, en 1967. Entre sus libros de poesía se encuentran Con el terror del equilibrista (1987), Duras aguas del trópico (1992), Guijarros (1994) y Duro de roer (1999).

Sílabas. Ecce homo obtuvo el Premio de la Revista de Libros del diario chileno El Mercurio en 1999.

Gonzalo Rojas, que presidió el jurado, señaló en las Palabras de presentación:

“Mi juicio se atuvo a la calidad de una obra distinta y singular, en la que visión y lenguaje se ofrecen en una urdimbre de auténtica poesía. En efecto, el dominio del oficio discurre sostenido y estricto a lo largo de las diversas piezas construidas con eficacia, sin concesiones de ninguna especie, ni a la estridencia ni al fárrago [...] Algo que llama la atención es el desvelo por la palabra en toda su vivacidad, pese a la aparente dispersión de la trama enigmática. Así la máquina verbal funciona y la puntada es limpia y certera: cada poema nace bien, crece bien y cierra preciso, urdiendo el tejido estricto del texto. En la operación no se ve la mano y todo parece recién creado ahí como de repente, recién mostrado en su frescor sin imágenes excesivas ni nada superfluo, merced al tratamiento sigiloso de la categoría de la sorpresa, tan cara a Apollinaire.”

Elogio de la locura (III)

a Vincent

El estupor de los girasoles
y el pan de un trigo
que no puede
llevarse a la boca
hacen que
el buen samaritano
(yo)
me domestique a mí mismo
como a un caballo proletario.
He reinventado el ocre,
el siena,
el amarillo
de estas colinas
y sus hombres.
Con una sola oreja
(como un indio)
inclinado en tierra
he escuchado.

No alcanzarán a atraparme
por el boquete de luz.

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Césped inglés

Los segadores
tienen una rara vocación por la simetría
y recortan las palabras sicomoro,
serbal, abeto, roble.
Guardan las proporciones
como guardan sus partes pudendas.
Y ejercen sin condescendencia
el orden universal
porque el hombre
—como el pasto—
también debe ser cortado.

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Astillas

(a mi madre)

Mueres de día.
Sobrevives de noche.
Paisaje de guerra
de postguerra
paisaje después de la batalla.
Piedra sobre piedra
donde sólo se escuchan, en la noche, a los tatos,
a las parejas de amantes que no tienen dónde meterse,
chillando.
Basuras, hierbas ralas, trapos, condones,
aristas de latas con sangre.

Cuando salgo a la calle
como otro artista anónimo del hambre
más de algún cuerpo ha roto
la fingida simetría con un salto mortal.

Yo me sentaba en tus rodillas
no me daba vergüenza, Sulamita,
tu cabello de oro de ceniza.
Extranjeros ridículos colgando
sobre árboles inexistentes.

Hace frío.
Las cortezas sangrantes del otoño
aprietan como una mortaja.

Si me siento a la mesa
el vacío es demasiado inmenso
para poder rasparlo con una uña.

-

Sílabas. Ecce homo


Hablar del pájaro parlante
parlanchín posado en una rama
cantando (como diría Juan Luis Martínez)
en pajarístico.
Y el hombre es una lápida
un cuarto oscuro, una silla vacía
y una lámpara.
El que se aproxima a la lámpara
puede encontrar una salida
(o la ilusión de una salida).
¿Hay salida posible hacia afuera
o toda salida es hacia dentro,
hacia el reino de la raíz?
Hundirse como Virginia Wolf
con los bolsillos llenos de piedras en el río.
Ha ahí la verdadera ganancia.
Lo que no alcanzan los nadadores de superficie.

El optimismo es una bandera a media asta
pero ostentada con júbilo.
Un consuelo o un autoconsuelo:
«Yo me levanté de mi cadáver y fui en busca de quien soy.»

Como un cirujano corta,
las sílabas se parten.
Carne de la escisión,
escisión de la carne.

Un pájaro vino con la cabeza vendada
una esquirla de la tercera guerra mundial
Apollinaire cantando en una jaula
los tetradragmas de oro de Ezra Pound.

Como la liebre en el soto,
la palabra en el lenguaje.
La angustia salta el perímetro
y echa a correr por las azoteas.

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viernes, 1 de mayo de 2009

Aislada noche

Textos del poeta José Ramón Sánchez (Guantánamo, 1972) fueron incluidos en varias antologías publicadas en la isla. En 1998 obtuvo el Premio Regino E. Boti.
Aislada noche
(Letras Cubanas, 2005) ha sido presentado al lector con estas palabras:
“La muerte, el dolor, la angustia, el descubrimiento de lo desconocido y la confrontación con la noche constituyen los temas fundamentales de este poemario. Universo imaginativo pero con una fuerte carga vivencial, que transcurre desde la negación más profunda de la realidad y todo lo que le rodea hasta su definitiva e inexorable aceptación. Escritura auténtica y de profunda sensibilidad humana, Aislada noche recrea la incesante búsqueda interior del hombre para poder reconocer finalmente y con mayor lucidez el mundo exterior.”


XVII

Alta la noche del alcohol en cada lengua.
Borrachos manchados de impotencia
acompañados caen
giran
cantan
(un veneno de sus pechos quieren extraer)
buscando una locura no mentida.

Y son como perros vomitando en el alba.
Y son como ratas debajo de algún banco.
Y son también ellos cagados de palomas.
Y son también cualquier cosa.

Mas todo esto mañana.
Hoy es alta noche. Vivir es ser sediento.
Hoy es la noche primera. Pero sólo el éxtasis
de un borracho prohibido atrapa lo que muere.

L

Se derrama la noche invernal y enciende su oscuridad
como una mancha en lo alto: hondo estanque
sin orillas donde los perros se fornican la Luna
subidos en sus perras. La copa de un árbol danza
con la brisa. Los caminos del Sol desvanecidos
se igualan. Y el tiempo surreal asume y abandona
prontamente. Su palabra es fiebre de palabras:
grávido lenguaje del deseo. Mi madre duerme.
Gira la Tierra entre dos crepúsculos. Yo velo
su sueño. Con una copa de sombra a cuestas.
Y aproximo el noviembre inicial que autoriza
este juego donde la madre se vuelve criatura
pequeña para el hijo. La presencia del sueño
en la noche todavía no es cierta. Solo es presente
y cierto un manto de negrura aéreo y líquido
donde los rostros adquieren rasgos más benignos
y la mirada late transparente y lúcida.

LII

Cuando el lenguaje que designa lo futuro
nada signifique, y se haya liberado cualquier
íntimo gesto, y al universo en mis pupilas
sienta renacer (sabiendo el poder del tiempo
que nos integra y gasta), y abarque la insalvable
realidad que nos condena, y el espacio
que habitamos densamente sea posible,
yo a ti, lector futuro, te negaré porque agotas
la salvaje plenitud que se me escapa.

LIII Isla

Estoy subido en una isla y no lo sé.
Escribo desde una isla en pleno viaje
que mi mano articula. Estoy silbando en una isla
nacida del mar o de otra isla que se cree planeta
y navega cargada como un arca. ¿Desplazando adónde
sus formas poderosas de polvo reunido al azar?
¿Rumbo a las peñas de cuál desastre común?
Las estrellas no saben. Nadan en el cuello
fecundo de la noche. Que parece abrirse a todo
y todo acepta porque todo es isla. Como el amor
y el odio: islas escogidas del deseo. Y como todo aquello
que se une para estallar y volverse a unir.
También los amantes. Que permanecen aislados
uno del otro. Jugando con la carne ajena.
Solo para sí: isla y mar. Tierra y agua.
Gruta marina y volumen de oro penetrando a ella.
Todo es isla por un instante.
Y cada instante que se aleja forma un siglo.
Y cada isla que navega ya lo es.
Y cada instante busca su isla
para ser poseído o negado
en esta derivación sin pausas del existir.
No sé si el viento bate a mi favor.
Yo braceo.
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