martes, 10 de octubre de 2006

La aguja en el pajar

Marilyn Bobes (La Habana, 1955) fue premiada en 1979 por este, su primer libro. El jurado estuvo integrado por Félix Pita Rodríguez, Eduardo López Morales y Carlos Martí Brenes. En la contraportada del volumen, editado por el también poeta Miguel Barnet, se resaltan valores innegables de estos versos, poesía “limpia y traslúcida, donde la huella de lo vivido junto a la irradiación de las palabras crean un cuerpo armónico habitado por pájaros y árboles, poetas y ciudades.”
Los dos poemas siguientes acaso sean los más conocidos del libro. A pesar de eso, o tal vez por esa misma y poderosa razón están aquí.

ARTE POÉTICA

La aguja con que hilvano estas palabras
la encontré en un pajar.
Es su destino laborar el lienzo
con la terca paciencia de quien sabe
que el desastre de un hilo
puede arruinar la magia del bordado.
Es una aguja racional:
zurce hábilmente las desgarraduras,
refuerza los botones desprendidos
a la camisa del amor más esperado;
armoniza la urdimbre de esta tela
casi enhebrada al hilo de los años.
No es una aguja de cambiar la vida
pero su trazo puede hacer un mapa.

Limpia y usada, la encontré en un pajar.

TRISTE OFICIO
Poetisas, dijeron.
Serán tibias
y falsas
y pequeñas.
Aunque seres livianos,
no tomarán altura porque son imperfectas.
Pero si alguna toca en la palabra
como el burro en la flauta
postulemos que es mucho hombre esa mujer
y no
que es mucha mujer un ser humano.
(No una mujer nacida de la sombra
donde seremos siervos o señores.)
Y pensemos después cómo callarla.

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