domingo, 3 de enero de 2010

Consumación de la poesía


La copiosa producción del poeta Ronel González Sánchez (San Pedro de Cacocum, 1971) ha sido ampliamente divulgada y premiada. Entre los libros publicados vale resaltar Desterrado de asombros (Letras Cubanas, 1997), Zona franca (Ediciones La Luz, 1998), La furiosa eternidad (2000), El Arca de no sé (Editorial Oriente, 2001), Consumación de la utopía (Ediciones Unión, 2005), Atormentado de sentido (Ediciones Sanlope, 2007)...

Consumación de la utopía, al que pertenecen los sonetos con que ilustro esa obra, comienza con esta elocuente y acaso inmejorable definición de su poética:

A Cintio y Fina

Yo quisiera escribir un soneto tranquilo
que no se pareciera a un texto de Petrarca.
Un soneto sin título donde no esté la marca
sensible de Casal o trágica de Esquilo.

Yo quisiera dejar un monumento al filo
de la posteridad que mi silencio abarca
y reparte mi nombre por la trivial comarca
de lo que no trasciende los moldes y el estilo.

Pero en mi soledad se interpone algún lunes
retórico y me afectan los lugares comunes,
la armonía, la métrica, la primera persona

del singular; en fin, me ahoga la teoría.
Escribir un soneto distinto me desvía
de la sinceridad, y el verso no perdona.

(Poética)

-

Estos otros poemas son una pequeña muestra de ese amplio mundo temático del que sabiamente se alimenta, se pertrecha el poeta, a todas luces listo para “vencer el desamparo” con el que el soneto, la décima, o cualquier forma poética —o no tanto— pueda presentarse.

El texto entre paréntesis indica la sección del libro al que pertenecen.

En mi ciudad

En mi ciudad hay un portón que cruje
con místico pudor y un niño ciego
queriendo abrir los ojos con un ruego
a cierto dios hostil que a veces ruge
para no responder. Detrás, al fondo,
muere en la soledad de claustrofobia
una visible música que agobia
hasta desesperar. En lo más hondo
un laberinto de acendrados muros
predice que vendrán males futuros
con túnicas y espadas de Teseo.
Y más al centro del daguerrotipo
Alguien quiso poner el arquetipo
de la bondad, pero yo no lo veo.

(Apuntes del viaje sin retorno)

-

Al pequeño

Pequeño: la aventura se termina
en el comienzo. No me toques. Vete.
El sueño que has perdido te somete
a la tribulación. Ya es tarde. Fina
como la nieve estoy en la colina
dejándome llevar por el grumete
que no eres tú ni la pobreza. Vete,
por favor. No soporto la neblina
de esta tarde ridícula que azota
mi mejilla sin luz como una gota
oscura. El hombre es una sombra huraña,
un aprendiz, un clown, un intruso
que se arriesga a mentir. Adiós, iluso
bufón, quédate solo en tu cabaña.

(En mi oscura cabaña)

-

Cuestión de enfoque

Los más débiles triunfan si la historia
es David quien la narra —pienso a veces
cuando escucho el relato de los peces
más grandes—, porque sólo de la “gloria”
de los vencidos, nace en la memoria
la vocación nefasta de los jueces
con sus fábulas llenas de dobleces
según gire la rueda de la noria.
Los más débiles son cuentos de Esopo
donde siempre el conflicto es como un tropo
de las nobles y humildes cualidades.
La realidad es otra, más depende
de quién la juzga y cómo se pretende
mostrar o no sus lógicas verdades.

(La agonía de Sísifo)

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