domingo, 1 de febrero de 2009

Odette abre la puerta

La copiosa obra de la poeta y narradora Odette Alonso Yodú (Santiago de Cuba, 1964) incluye, entre otros, tres poemarios publicados en Cuba: Enigma de la sed (Caserón, 1989), Historias para el desayuno (Holguín, 1989) y Palabra del que vuelve (Abril, 1996), y varios títulos publicados por diversas editoriales de España, los Estados Unidos y México, país donde reside desde 1992.
Entre esos libros quiero mencionar especialmente Cuando la lluvia cesa (Madrid, 2003), El levísimo ruido de sus pasos (Barcelona, 2006) y el que le valiera el Premio Internacional de Poesía “Nicolás Guillén” en 1999, Insomnios en la noche del espejo (México, Instituto para la Cultura y las Artes de Quintana Roo, 2000).
De estos últimos poemarios son los textos que incluyo a continuación. Una muestra mínima, es cierto, pero a mi juicio altamente representativa de la poética de esta apasionada mujer. Una literatura de transparencia envidiable. No hay medias tintas ni tabúes aquí; se llaman las cosas por sus nombres. La puerta que abre ese desenfado, esa total libertad para desnudarse (y desnudar) puede conducir a sitios insospechados o prohibidos en cuerpos y almas y en toda la nostalgia que pueda interponerse. Habrá quien se arranque los ojos para no mirarse en semejante espejo. Y quien se incruste feliz entre estas líneas. Unos y otros, de acuerdo: ¡es muy poeta esta mujer! Nadie, ni en broma, pensará después cómo callarla.
La leyenda del pez
En la boca del pez está el elíxir
la prístina mentira de las aguas
la espuma mimética bandera.
Hay un pez que persigue mi silencio
mínimo pez que esconde sus burbujas
el oxígeno impuro de sus branquias.
Hay un pez fuego dipsómana criatura
que arrastra al mar mis últimos instintos.
En la boca del pez está el veneno
inevitable elíxir
que me hará regresar a los anzuelos.
(De Cuando la lluvia cesa)

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Tatuajes
La punta de la lengua dibuja el redondel
una esfera de fuego
un tatuaje liminar sobre tu vientre.
La punta marca el triángulo
el círculo primario
la ranura de luz donde luego se hunde
el cántaro de lava
la eclosión.
(De El levísimo ruido de sus pasos)

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Caja de música
A Veleta. A Piri
Alza la tapa.
Escucha.
La música será como un alivio
como un bálsamo azul
como un portazo y luego este silencio.
Los amigos se fueron
perdieron el camino y los recuerdos.
Sólo queda esa música.
Alza la tapa y oye.
Piensa que ellos han vuelto y empujarán la puerta
que traen los rones viejos y la inconformidad
que bailarán de nuevo aquella melodía

aunque no sea igual
aunque no lleguen nunca
aunque alces la tapa y no suene la música.
(De Insomnios en la noche del espejo)




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