Manuel Díaz Martínez (Santa Clara, 1936), es poeta de palabra precisa, certera. Se han señalado ironía y humor en sus versos. Y sí que los hay. Pero si algo predomina en su copiosa obra no son precisamente los juegos de palabra. Su mayor preocupación es el hombre, los malabarismos de ese adorable circo que llamamos vida.
MISERICORDIA
El odio a todos nos castiga.
Misericordia,
pues, para todos los que odiany para los que son odiados,
para alos padres furibundos
y sus pálidos hijos,
para el bilioso y quien lo sufre.
Misericordia
para el hombre convertido "en tierra,
en humo, en polvo, en sombra, en nada"
y para los que alguna vez hemos contado,
con dedos temblorosos,
siglos y siglos de barbarie.
SECRETO
No quiero ser de carne y hueso y lágrima.
No quiero ser este ruidoso cuerpo
que cruje y me detiene ante el dolor
plantándome en el pecho sus rígidas
pezuñas.
No quiero ser ceniza mojada
ni polvo soplado
ni piedra sin camino.
Quiero ser de algún barro que permita
tenerte, vida, de tal modo,
que nunca quede espacio entre tú y yo
para el hastío y la renuncia.
(De El carro de los mortales, Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 1988)
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