sábado, 25 de abril de 2009

Imitación de la vida


La poesía de Luis Rogelio Nogueras (La Habana 1945-1985) ha llegado al público en numerosas publicaciones periódicas, antologías y en títulos como Cabeza de zanahoria (Premio David de Poesía, 1967); Las quince mil vidas del caminante (1981); Imitación de la vida (Premio Casa de las Américas,1981); El último caso del inspector (1984); Nada del otro mundo (antología, 1988); La forma de las cosas que vendrán (1989) y Las palabras vuelven (poesía no recogida anteriormente en libro, 1994).

El jurado del Premio Casa habló de Imitación de la vida en estos términos:
“Libro admirable en su variedad y en su unidad, que representa la madurez de la joven poesía cubana, la ruptura de las últimas fronteras entre lo social y lo personal, lo íntimo y lo colectivo. Escrito con destreza, inteligencia y dominio del oficio, el libro de Luis Rogelio Nogueras es una contribución de primer orden a la lírica en nuestro idioma.”

Estos textos, ya clásicos del autor, pertenecen a ese libro. He colocado entre paréntesis la sección del mismo a que pertenecen.

Materia de poesía

Qué importan los versos que escribiré después
ahora
cierra los ojos y bésame
carne de madrigal
deja que palpe el relámpago de tus piernas
para cuando tenga que evocarlas en el papel
cruza entera por mi garganta
entrégame tus gritos voraces
tus sueños carniceros

Qué importan los versos donde fluirás intacta
cuando partas
ahora dame la húmeda certeza de que estamos vivos
ahora
posa intensamente desnuda
para el madrigal donde sin falta
florecerás mañana

(de Ama al cisne salvaje)

Ama al cisne salvaje

ama tus ojos que pueden ver,
tu mente que puede oír
la música, el trueno de las alas,
ama al cisne salvaje
Robinson Jeffers

No intentes posar tus manos sobre su inocente
cuello (hasta la más suave caricia le parecería el
brutal manejo del verdugo).
No intentes susurrarle tu amor o tus penas
(tu voz lo asustaría como un trueno en mitad de la noche).
No remuevas el agua de la laguna no respires.
Para ser tuyo tendría que morir.

Confórmate con su salvaje lejanía
con su ajena belleza
(si vuelve la cabeza escóndete entre la hierba).
No rompas el hechizo de esta tarde de verano.
Trágate tu amor imposible.
Ámalo libre.
Ama el modo en que ignora que tú existes.
Ama al cisne salvaje.

(de Ama al cisne salvaje)

Verso libre

Tú siempre eres libre, verso,
aunque en la rima estés preso;
tienes metro y no por eso
puedo medir tu universo.
Por eso me eres adverso
cuando te ato con cadenas;
mis mañas te son ajenas,
tu poder es absoluto:
tu mandas y yo ejecuto,
yo te escribo, mas tú ordenas.

(de Hay que buscarlo al poema)

Sueño
Los niños, versos vivos
José Martí

Cuando duermes, hija mía
en el alma de la noche
quizá tu sueño derroche
lo que busco, la poesía.
Y luego al llegar el día
despiertas y se te olvida
el poema que dormida
compusiste sin esfuerzo.
¡Y a otros hacer un verso
les toma toda una vida!
(1975)

(de Hay que buscarlo al poema)

Defensa de la metáfora

El revés de la muerte (no la vida)
el que clama por agua (no el sediento)
el sustento vital (no el alimento)
la huella del puñal (nunca la herida)
Muchacha antidesnuda (no vestida)
el pórtico del beso (no el aliento)
el que llega después (jamás el lento)
la vuelta del adiós (no la partida)
La ausencia del recuerdo (no el olvido)
La sombra del silencio (nunca el ruido)
Donde acaba el más débil (no el más fuerte)
el que sueña que sueña (no el dormido)
el revés de la vida (no la muerte)

(de Hay que buscarlo al poema)

miércoles, 15 de abril de 2009

Escalas de ascenso

El Premio Nacional de Literatura de 1996 recayó en Pablo Armando Fernández (Delicias, Las Tunas, 1930). Poeta, narrador y ensayista, ha publicado, entre otros, los poemarios: Salterio y lamentación (1953), Libro de los héroes (1964), Un sitio permanente (1970), Aprendiendo a morir (1983), Ronda de encantamiento (1990), Libro de la vida (1997), Reinos de la aurora (2001)...
La edición de Escalas de ascenso que nos ocupa (Letras Cubanas, 2002), tiene prólogo de Enrique Saínz, quien anota:
“Este nuevo libro de Pablo Armando Fernández,
Escalas de ascenso, reúne poemas en los que la memoria intenta rescatar vivencias, rostros y destinos. Son ciertamente páginas que el poeta ha vivido con intensidad en sitios diversos y entre personas amadas, en cuyos diálogos de esos instantes y de un ayer más o menos lejano se han ahondado los afectos, se han hecho más perdurables los gestos y más angustiosas las ausencias [...] El poeta se hace preguntas esenciales, en las que está, de hecho, toda su vida. La poesía quiere responderlas. Él sabe que su palabra es lo único que tiene para llegar al centro de sí mismo. Nos entrega entonces Escalas de ascenso, un libro a la alegría de vivir, a las nostalgias de ausencias y a la memoria de los días y el quehacer de los otros. Un libro para todos.”

Viva brasa
para Rainier

Ya he de volver a recuperar
los signos que en tus manos y tus pies
revelan rumbos por ambos compartidos.
Huellas que trazo a trazo siguen arcanos
aún por descifrar en la escritura.
Lo sabemos, en comarcas remotas
a nuestro asiento, el agua en su fluir
esparce cantos encendidos.
Somos migajas en sus llamaradas.
A tu memoria acudes, yo a la mía,
para reconocernos en las voces,
que en nuestro ser animan las rutas recorridas,
que juntos hemos de emprender.
¿Dónde nos separamos?
¿Acaso reencontrarse es un continuo,
inaplazable retroceder?
La respuesta tal vez la dé el camino.

Santiago de los Caballeros, 14 de julio de 1999

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Cavernas de la piedra
para Antonio Gil

Aquí en estas páginas confluyen
arenas de remotas soledades.
De esos aires, sólo los pies
reconocen la estela anunciadora,
los trazos que en un punto
devuelven a su centro la luz
y el cuerpo recupera
cada paso estelar.
Sólo los pies y el taconeo despiertan
heraldos de la lumbre redentora.
Sólo los pies transforman
la pena y el jaleo en alegría.

El Cairo, 22 de octubre de 1999

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De ocultos dones
para Marnia

De pronto, no era el mundo
unos ojos opacos, cuyo brillo oculto
se guardan para verte.
No eran sus manos, la promesa
abierta a la caricia
ni los pies que anduvieron
todos los pasos para reencontrarte
ni siquiera su sangre
fluyendo hacia el encuentro,
ni la respiración siempre anhelante
buscándose, buscándote en el orbe
infinito del ser.
De pronto, era esa simple
simplicidad de ser distinto
a ti, de ser distintos,
simplemente distintos.
Signo, símbolo, eso, sólo eso.

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Memoria y escritura
para José María, Lola y toda la familia

No sé dónde se inicia la corriente.
Sé que los ríos van
a dar a la mar vida continua.
Desde el Hundson a Tharros
las aguas en sus cursos
trazan cauces y márgenes.
Me faltó ver dónde vuelve a la luz
el río prometido a la amada.
¿Mundo? Mundo le llaman con razón.
Si nuestros ojos pudieran abarcar
la extensión que recorre
sabríamos cuánto nos falta aún
para volver al seno
donde el agua es memoria y escritura
de cuanto obra en la luz.

Bogarra, 9 de agosto de 1999

domingo, 5 de abril de 2009

Mercados verdaderos

El poeta, narrador y ensayista Ismael González Castañer nació en La Habana, en 1961. Textos suyos han aparecido en importantes publicaciones periódicas no sólo de Cuba sino de otros países. En 1997 un jurado integrado por Luis Marré, Sigfredo Ariel y Eugenio Rodríguez le otorgó el Premio David de poesía a su libro Mercados Verdaderos (Ediciones UNIÓN, 1998), merecedor también del Premio de la Crítica. Su segundo poemario, La misión, apareció en 2005 (Letras Cubanas).

Teresa Fornaris, en Cuba Literaria, se refería al poeta en estos términos:

“Ismael observa sus / mis / tus palabras. Ellas dan vueltas y él las caza con el cuidado de un coleccionista, las limpia, cuida de ellas un rato largo y las coloca a modo que pensemos / sintamos que son de absoluto estreno pero que igual nos pertenecen. Ese cuidado/acoplamiento nos asombra.
A partir del contacto con la vida cotidiana descubre el valor lírico de la marginalidad, la poesía en lo común de la existencia, en lo aparentemente trivial o intrascendente, en aquello que no parecía «poetizable».”

Los siguientes textos pertenecen a Mercados verdaderos.

Casa mayor que la imagen

Mi casa es más grande que la imagen;
no sólo la que tengo entre los roquedales,
la de las venas y las vísceras
rojas y maleables,
sino también
la del desdén / casa del fil
y algunos dulces.

Nada va a cambiar porque me vaya
un poco antes o después:
cada día
los hombres nacen con una cigarra.
O con mal.

Perseguir alguna libertad es darse cuenta
de que siempre habrá una franja:
escogí la calma / lento plátano,
diva cargada que obedece
—me obedece a mí— y que me quiere.

Mi casa es y tú no eres. Nadie sabrá. Es mía.
Y tiene algún camión, muy fuerte, para subir
hacia todas las funciones.

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Edificios

No sé si con la construcción de los distintos edificios
mi amor será más grande,
ni el pecado. Los edificios crecen,
y yo, que estoy con sus proyectos hasta el fin,
miro al cielo y al río,
y me pierdo hacia el cielo / no me pierdo hacia el río.

Si estos edificios se burlaran,
si todos —fascículos / durrens— se burlaran
yo sería un aguador sencillo
que pescara en las nubes
la centuria esencial de los peces del hombre
y el candor
y la velocidad del tiro.
Edificios no me tienen que intuir /
Yo no tengo que influir al mundo.
Créeme, cacé toda la noche
y no hubo santos / cascos, ni dedal.

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Familiaridad

Vi a mi hermano y a su padre
acostados
en la cama principal,
y a su madre —que es la mía /
fue la mía— laborando.

Vi en la calle a sus vecinos jóvenes,
y a su amigo de un motor
que saludaba rápido;
y la mano delicada de una cónyuge
con familiaridad.
Vi a un pájaro picando
en el suelo una naranja
—Viste al pueblo —dijo Juan;
y, asintiendo, dije: —Vi.

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Mirar y mirar por la ventana

uno come su pan e ignora al Atacante

No tengo idea de nada
sino del amor que perdí
y no se encuentra
También de la música, sé que es la música;
pero esto no hace
que abandone mirar y mirar por la ventana.

He escrito la frase “mirar y mirar por la ventana”;
pero antes —recuerdo— la ventana era yo,
y el azul del cielo.
Y viajaba en las noches...
y volvía y decía a mi madre:
“He traído un país / El país tiene actores
de esos
que te harían ollantar /
Lo que se proponen sé / Sé que se proponen, madre:
pregúntame ya.”
Escribí la palabra ollantar
sin saber lo que es,
porque sí creo saber lo que pudiera ser;
de hecho, lo que cualquier cosa
en un tiempo adelante
tuviera conversión
es de los Dominios...
No haría falta ser
la ventana para ello,
y a mi mamá en modo alguno
se le hubiera ocurrido preguntar
por lo Por-venir /
ella es la nube ella es el cielo.

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